Autonomía, beneficencia, no maleficencia y justicia.
Los principios éticos y bioéticos de autonomía,
beneficencia, no maleficencia y justicia tienen un papel fundamental en el
Derecho, pero su aplicación no está exenta de tensiones y contradicciones. Si
bien la autonomía protege la autodeterminación de los individuos, en el ámbito
jurídico puede entrar en conflicto con el interés colectivo o con la necesidad
de proteger a personas vulnerables. La beneficencia y la no maleficencia,
orientadas a promover el bienestar y evitar el daño, a veces generan dilemas cuando
la intervención del Estado implica restricciones a derechos individuales. La
justicia, por su parte, enfrenta el desafío de equilibrar equidad y eficiencia,
especialmente en sistemas jurídicos marcados por desigualdades estructurales.
En este sentido, el Derecho no solo debe incorporar estos principios, sino
interpretarlos críticamente para evitar que se conviertan en justificaciones
abstractas sin impacto real en la protección de los derechos humanos y la
dignidad de las personas.
Responsabilidad social del abogado.
La responsabilidad social del abogado trasciende el
cumplimiento de la ley y la ética profesional, convirtiéndose en un compromiso
activo con la justicia y el bienestar social. No se trata solo de representar
clientes, sino de ser agentes de cambio en la protección de los derechos
humanos, la lucha contra la corrupción y el acceso equitativo a la justicia. La
labor del abogado tiene un impacto directo en la sociedad, ya que sus
decisiones y asesoramiento pueden consolidar o debilitar el Estado de derecho.
En este sentido, la responsabilidad social implica
garantizar la igualdad de oportunidades, combatir las injusticias estructurales
y contribuir al desarrollo de un sistema legal más transparente y accesible.
Esto se manifiesta en múltiples áreas: la defensa de los más vulnerables, la
participación en políticas públicas, la promoción de la resolución alternativa
de conflictos y el uso de la tecnología para mejorar la eficiencia del sistema
judicial.
Además, en un contexto globalizado, el abogado debe adoptar
una perspectiva ética que integre los principios de sostenibilidad, derechos de
las minorías y justicia intergeneracional. La responsabilidad social del
abogado, por lo tanto, no es una elección, sino una exigencia inherente a la
profesión que debe ser ejercida con conciencia y compromiso con el bien común.
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